La historia detrás de las crecientes tensiones
binacionales
Jugando a la Guerra con Nicaragua
A raíz del fallo de La Haya y el anuncio de la
modernización de la fuerza naval del país centroamericano, Colombia actualiza
sus hipótesis de conflicto.
Por: Nelson Fredy Padilla – El Espectador Re publicado Por ser de Interés Insular.
El
presidente Juan Manuel Santos, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, y la
cúpula de las Fuerzas Armadas de Colombia en pleno, el pasado 7 de agosto. / AFP
Nicaragua fue el tema entre bastidores durante el Día del Ejército
Nacional, el miércoles 7 de agosto, en la celebración de los 194 años de la
Batalla de Boyacá. Mientras el presidente Juan Manuel Santos proclamaba una
“segunda independencia” para librar a Colombia del lastre de la violencia, los
altos mandos de las Fuerzas Militares se enteraban del anuncio hecho en Managua
por el comandante del Ejército de ese país, Julio César Avilés, sobre el
reforzamiento de sus Fuerzas Armadas para enfrentar “la evolución de las
amenazas nacionales” y garantizar la soberanía en la nueva porción de mar Caribe
que la Corte de La Haya les concedió en noviembre de 2012 en el archipiélago de
San Andrés.
Un alto oficial colombiano le dijo a El Espectador que, no sólo por el
anuncio de Avilés, sino por los previsibles efectos de haber perdido 75.000
kilómetros cuadrados de océano, “se revisó el esquema de seguridad nacional en
esa zona y, dentro de esos procedimientos rutinarios, se están actualizando las
llamadas hipótesis de guerra”. Se refirió a que en las ecuaciones de conflicto
de Colombia, Nicaragua puede pasar a ocupar el primer lugar internacional (X2),
desplazando a Venezuela a X3, teniendo en cuenta que el conflicto interno con
la guerrilla es X1. “No estamos en un escenario de confrontación inminente con
ese país centroamericano, pero sí se convierte en una prioridad en lo que
llamamos los cajones de arena, que no son más que la preparación de nuestras
tropas para lo peor esperando lo mejor”.
Dentro de ese juego disuasivo en el que entraron las relaciones de los
dos países, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, advirtió el jueves:
“Colombia es muy respetuosa de la soberanía de los demás países que adquieren
toda clase de equipos ofensivos, pero que quede claro: que a nadie se le ocurra
meterse en el territorio colombiano, que a nadie se le ocurra violar la
soberanía colombiana. Muy francamente me parece que ese es el mensaje que
cualquiera que esté interesado debe conocer”. A esto se sumó el intercambio de
mensajes entre las cancillerías por la presunta autorización de exploraciones
petrolíferas en las aguas en cuestión. El comandante de la Armada Nacional
colombiana, almirante Roberto García Márquez, dijo que cada país tiene
autonomía para reforzar sus sistemas de defensa y que a su fuerza sólo le
compete mantener presencia constante “con actitud pasiva, como ha sido nuestra
costumbre”.
Cuando se habla de cajones de arena los comandantes se refieren a los
sistemas de entrenamiento que se adelantan a diario en los centros operativos
del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada, a partir de lineamientos estudiados
en la Escuela Superior de Guerra y los cursos de seguridad nacional. Ya no son
cajones físicos que recrean la geografía de “fronteras calientes”, sino aulas
digitales equipadas con la última tecnología 3D en las que los altos oficiales
entrenan “sobre las olas” para una hipotética guerra con Nicaragua, como lo
hicieron antes con Venezuela por el incidente de la corbeta Caldas en 1987 o
durante el tensionante mandato de Hugo Chávez, quien admitió que en desarrollo
de esos “juegos de guerra” él participó como uno de los paracaidistas que
debían invadir Colombia por La Guajira. El coronel propuso quemar
simbólicamente en el Puente de Boyacá todos esos planes bélicos, pero lo que ha
ocurrido es que tanto Venezuela como Colombia los han sofisticado, y Nicaragua
no quiere quedarse atrás.
Managua creó un centro de entrenamiento provisto de clases
computarizadas que lleva el nombre del famoso mariscal de la antigua URSS,
Gueorgui Zhúkov, y pretende ayudar a los militares nicaragüenses a “dominar el
complejo material de guerra”, según informó La Voz de Rusia. Lo confirmó el
general Avilés: “Hemos visitado diferentes astilleros donde se fabrican medios
navales, incluida la Federación de Rusia, para conocer el tipo de medios que
necesitamos”. Cuatro navíos de US$45 millones, con cañones de 76 milímetros y
cañones con misiles teledirigidos serían las primeras adquisiciones. Avilés fue
contundente y sus palabras llegaron a las salas de comando en Bogotá: “Hay una
necesidad real de adquirir material bélico para custodiar esos nuevos y
reivindicados mares. Se requiere de nuevos medios navales para asegurar la
soberanía de Nicaragua en estas aguas”. Eso implica la consolidación de una
Academia Naval de formación de tripulaciones para embarcaciones de gran calado
con fuerza aerotransportada.
El ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Samuel Santos, dijo
esta semana que esos anuncios son legítimos, porque “el gobierno de Nicaragua
ve que Colombia continúa en su histórica actitud de tratar de impedir el
ejercicio de la soberanía en los espacios marinos nicaragüenses en el mar
Caribe, constituyendo ello un claro desacato a la sentencia de la Corte
Internacional de Justicia”.
En el Ministerio de Defensa de Colombia las salas de simulación de
hipótesis de guerra asimétrica permiten configurar tantas situaciones de
conflicto como se imaginen. Durante el gobierno de Álvaro Uribe se invirtieron
millones de dólares en aulas y juegos en los que un oficial puede subirse a una
corbeta o a un tanque Cascabel o Urutú y operarlos en una frontera digital bajo
condiciones geográficas, climáticas y de combate normales o extremas,
plataformas surgidas del Sistema Digital de Instrucción de las Fuerzas
Militares (SDI) y del hardware y software de última generación del Centro de
Simulación y Análisis de Crisis de la Escuela Superior de Guerra, donde se
forman los generales responsables de la defensa nacional enfrentándose en
cursos de estado mayor a conflictos terrestres, aéreos, marítimos y fluviales.
Dependiendo de contingencias como la de Nicaragua, cada promoción actualiza la
“estrategia integral contra las amenazas a la estabilidad del país”.
Civiles que han tenido acceso a la elaboración de ese tipo de documentos
en el curso de seguridad y defensa nacional en la Escuela Superior de Guerra,
como Honorio Henríquez Pinedo, abogado de la Universidad de la Sabana y
exdirector de la Escuela Superior de Administración Pública, confirman el
ejercicio: “La actualización es permanente porque Colombia tiene el deber de
salvaguardar sus fronteras ante un anuncio como el expresado por Nicaragua,
independientemente de las acciones legales que siga adelantando el Gobierno en
el marco del fallo de La Haya”.
Las tensiones se incrementaron desde que el presidente de Nicaragua,
Daniel Ortega, se enfrentó con su colega Álvaro Uribe, teniendo de por medio a
Venezuela, lo que llevó incluso a un rompimiento temporal de relaciones
diplomáticas. Entonces Ortega avisó: “No quisiéramos que este Ejército se viera
enfrentado a ninguna acción bélica, pero debe estar preparado ante la soberanía
amenazada por la política expansionista que ha tenido Colombia”. El 2 de
diciembre del año pasado Ortega y Juan Manuel Santos hicieron las paces en
Ciudad de México, anunciaron que habían descartado la opción bélica, que
manejarían la situación “con cabeza fría, en forma amigable” y reactivarían los
canales de comunicación que hoy, parece, no han funcionado como la diplomacia
quisiera. “Nadie quiere una confrontación”, dijo Santos. “Sonaban tambores de
guerra”, dijo Ortega.
Mauricio Jaramillo Jassir, analista del Centro de Estudios Políticos e
Internacionales de la Universidad del Rosario, cree que el manejo de la
hipótesis de guerra es una constante en algunos sectores políticos. “Por
ejemplo, en la última gran crisis Bogotá-Caracas entre Uribe y Chávez se manejó
de nuevo dicha posibilidad, incluso con el anuncio de despliegue militar en la
frontera. Con Nicaragua me parece menos probable por al menos tres razones.
Primero, no existe tal nivel de animosidad o enemistad histórica, como existe
entre Bolivia y Chile o Ecuador y Perú en el pasado reciente. Segundo, la
guerra es tan impopular en Nicaragua como en Colombia. Se trata de estados con
niveles de desarrollo muy bajos como para darse el lujo de justificar un
enfrentamiento. Y finalmente, creo que es un problema más que todo retórico. A
Managua le interesa recrear el sandinismo en esta segunda versión. Golpeada por
las versiones de corrupción y autoritarismo (comprobables por la forma como fue
elegido la primera vez, con un acuerdo a todas luces violatorio del Estado de
derecho), busca relanzarse como fuerza política, pero no incurriría en una
guerra desastrosa para su economía y con efectos sociales devastadores”.
Según el analista, se trata de estrategias de disuasión consistentes en
“acumular tal nivel de capacidades militares que el uso de la fuerza sea
inviable. Es decir, cuando un Estado se arma con fines disuasivos busca
convencer de que el uso de la fuerza es la más costosa de todas las opciones.
Eso se comprueba en la carrera armamentista entre EE.UU. y la URSS o India y
Pakistán. Era tal el nivel del armamento que el uso de la fuerza aseguraba la
destrucción mutua. Nicaragua, que obviamente está en desventaja en la
correlación de fuerzas, por la superioridad aérea y naval colombiana, busca
incrementar para Colombia los costos del uso de la fuerza”.
Resulta oportuno retomar las palabras del escritor nicaragüense Sergio
Ramírez, uno de los sandinistas que derrocaron la dictadura de Somoza, quien
fue vicepresidente de Daniel Ortega en su primer gobierno y luego vetado por
denunciar una “Nicaragua envilecida por la corrupción”: el “camino de la vía
armada” dejó de ser reivindicador en “pueblos hastiados de la guerra”.
Factores de desenlace en las relaciones entre Colombia
y Nicaragua
Nicaragua
Insistirá en el cumplimiento pleno del fallo de la Corte de La Haya del
19 de noviembre de 2012 y el agente nicaragüense ante ese tribunal, Carlos
Argüello, anunció otra demanda, porque considera que tienen derecho a más del
mar Caribe que hoy es de Colombia. En el plano militar, depende de qué tanto
modernice su potencial bélico y cómo lo disponga en el archipiélago de San
Andrés, donde aún es difusa la línea fronteriza: Bogotá habla de 75 mil
kilómetros cuadrados y Managua de 90 mil. Lanzará nueva cartografía y
autorizará empezar la explotación del mar Caribe que acaba de ganar. Habrá
diferendo ambiental de por medio por el impacto sobre la Reserva de Biosfera
Seaflower, que afectaría las islas colombianas.
Colombia
Con un equipo de internacionalistas, sigue pensando cómo mitigar los
efectos del fallo que le quitó un gran pedazo del mar Caribe y cómo evitar una
nueva demanda de Nicaragua. La Armada ya reforzó los patrullajes con cuatro
fragatas y dos submarinos recién modernizados con lo último en radares, sonares
y misiles para agua y aire. También con aviones nuevos OPV apoyados por
estadounidenses E-3 Awac y Orion P-3. Ante la antigüedad de los K-fir y Mirage,
aviones no tripulados en proceso de adquisición pueden entrar en juego. En un
futuro no sería descartable un incidente como el de la corbeta Caldas con
Venezuela en 1987.
La Haya
La Corte Internacional de Justicia deberá responder los reclamos de
Nicaragua frente a que Colombia se niega a cumplir el fallo de noviembre pasado
y las nuevas demandas de los dos países en busca de reivindicaciones y mayor
claridad en líneas fronterizas.
Rusia
En abril pasado el presidente Daniel Ortega y el primer viceministro de
Defensa ruso, general Valery Vasilevich Gerasimov, anunciaron una alianza para
fortalecer la capacidad militar de Nicaragua. La prensa de ese país informó que
militares rusos han patrullado las aguas del Caribe ganadas en el litigio
contra Colombia. En la última visita a Caracas de Vladimir Putin se habló de la
construcción de un astillero para producir navíos de guerra, de dos fábricas de
fusiles Kalashnikov y de municiones, además de la importación de misiles
tierra-aire, arsenal del que podría servirse Managua.
Estados
Unidos
Aunque mantiene relaciones distantes con Nicaragua, Washington está del
lado colombiano como parte de su estrategia “contra el terrorismo
internacional”. Managua se alió más con la Federación Rusa una vez Bogotá
permitió la instalación de siete bases militares estadounidenses que reemplazaron
la base norteamericana en la isla ecuatoriana de Manta, hecho que llevó a
Daniel Ortega a calificar a Colombia como “potencia militar” de la región. La
visita a Colombia este lunes del secretario de Estado norteamericano, John
Kerry, es un indicativo, así como las visitas regulares de los comandantes del
Ejército Sur de los Estados Unidos.
OTAN
Otro factor desestabilizador de las relaciones es que el presidente de
Nicaragua, Daniel Ortega, consideró "inadmisible" la decisión del
gobierno de Juan Manuel Santos de formalizar a Colombia como aliado militar de
la OTAN, Organización del Tratado del Atlántico Norte. “No tiene razón de ser
cuando por otro lado hemos definido a América Latina y el Caribe como una zona
de paz”, dijo Ortega, al considerar que eso “rompe unilateralmente con el
proceso integración regional”.